Parábola del guía ciego

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La parábola del guía ciego es una de las parábolas de Jesús que forma parte de un grupo de ellas incluidas en un capítulo llamado Rectitud de corazón y que son las siguientes: Parábola de la mota y la viga ; Parábola del árbol y sus frutos y la Parábola de la casa edificada sobre roca

Texto bíblico[editar]

Les dijo también una parábola: —¿Acaso puede un ciego guiar a otro ciego? ¿No caerán los dos en el hoyo? »No está el discípulo por encima del maestro; todo aquel que esté bien instruido podrá ser como su maestro.[1]

Interpretación de la Iglesia católica[editar]

El discurso concluye con varias enseñanzas del Señor que tienen un común denominador: no hay que atender a las manifestaciones externas de piedad o virtud, sino a la disposición interior. Las glosas de los santos pueden ayudar a hacer práctica esa doctrina. En el comienzo, se subraya la necesidad de purificación para poder ver con claridad a Dios y a los demás: «Si tú me dices: “Muéstrame a tu Dios”, yo te diré a mi vez: “Muéstrame tú al hombre que hay en ti”, y yo te mostraré a mi Dios. Muéstrame, por tanto, si los ojos de tu mente ven, y si oyen los oídos de tu corazón. (…) Ven a Dios los que son capaces de mirarlo, porque tienen abiertos los ojos del espíritu. Porque todo el mundo tiene ojos, pero algunos los tienen oscurecidos y no ven la luz del sol. Y no porque los ciegos no vean ha de decirse que el sol ha dejado de lucir, sino que esto hay que atribuírselo a sí mismos y a sus propios ojos. De la misma manera, se pueden tener los ojos de tu alma oscurecidos a causa de tus pecados y malas acciones»[2][3]

Referencias[editar]

  1. Facultad de Teología. Sagrada Biblia: Universidad de Navarra (p. 3256). EUNSA Ediciones Universidad de Navarra.
  2. san Teófilo de Antioquía, Ad Autolycum 1,2
  3. Facultad de Teología. Sagrada Biblia: Universidad de Navarra (p. 9440). EUNSA Ediciones Universidad de Navarra.